miércoles, 18 de abril de 2012

El pollo sin plumas


El pollo sin plumas
de Pablo Rodríguez Poza

Charlie salió del cascarón y vio que sus hermanas mayores centraban sus miradas en su pobre cuerpo desnudo. Tenía miedo porque pensaba que era adoptado.
Sus hermanas se sorprendieron porque el pollo hablaba sin pensar. Estaba preocupado por algo que era normal dentro de la granja.
El padre de Charlie se acercó a él y le preguntó que por qué estaba  preocupado. El polluelo, sin pensarlo, respondió con otra pregunta.
-Papá, ¿por qué todos tenéis alas y yo soy el único que no? Estoy indignado.
El gallo lo tranquilizó y a su vez le advirtió de que, si seguía piando como ya piaba, su único futuro acabaría en un horno de leña. Charlie, sorprendido,  calló y escuchó atentamente  el cacareo de ese emperifollado gallo al que todos llamaban padre.
-Hijo mío, aunque pienses que estás en lo peor, cállate y tira para adelante si algún día quieres llegar a ser como yo.




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